La gente que besa a sus perros o deja que éstos les laman la boca y la cara suele ser más propensa a padecer enfermedades orales propias de sus mascotas, según un estudio llevado a cabo por investigadores japoneses.
Para la investigación, se analizó la salud oral de 66 perros y la de 81 personas pertenecientes a 64 familias que habían frecuentado clínicas caninas o escuelas de entrenamiento.
Los investigadores buscaron en los participantes, animales y humanos, la existencia de bacterias causantes de periodontitis, una infección que daña los ligamentos y huesos que dan soporte a los dientes; asimismo, realizaron análisis genéticos para detectar el origen de las bacterias.
“Muchas personas consideran a sus mascotas como otro miembro de la familia, por lo que tienen con ellos un contacto muy cercano; nuestro objetivo fue observar los riesgos que este tipo de comportamiento puede tener”, comenta el Dr. Yoji Yamkazi, de la Universidad de Osaka, en Japón, y autor principal del estudio.
Los científicos concluyeron que hasta el 30 por ciento de las personas que tenían contacto cercano con perros tenían en la boca bacterias caninas causantes de periodontitis. Sin embargo, se dio también el caso de algunos perros en los que se hallaron bacterias orales propias de los humanos. “Aunque en general las bacterias orales en los perros y en los humanos son diferentes, éstas pueden llegar a transmitirse de una especie a otra”, aclara el Dr. Yamakazi.
De acuerdo con cifras de la American Dental Academy, cerca del 47 por ciento de los adultos en Estados Unidos padecen periodontitis en algún grado, una complicación de la gingivitis; infección que ocurre cuando diversas bacterias se acumulan entre las encías y los dientes. Si la gingivitis no se trata, la infección puede avanzar hacia los ligamentos y los huesos que sostienen los dientes, causando que se caigan, siendo esta la primera causa de pérdida de dientes en la edad adulta.
Además, algunos de los síntomas que acompañan esta enfermedad incluyen mal aliento, encías inflamadas y sangrantes. Fuente.DiarioEcología